Miserias de la hegemonía burguesa y crisis del campo revolucionario
En todo sistema social la clase económicamente dominante es quien detenta también el poder político, en la actualidad esta clase es la burguesía transnacionalizada. La cual, mediante su aparato político-burocrático, el partido gobernante (el kirhnerismo), construye de forma continua y eficiente el consenso hegemónico para no solo gobernar con libertad sino para gestar los cimientos de todo el bloque dominante, que le asegurara durante un buen tiempo, el control ideológico, político y cultural para el sometimiento de las grandes masas.
Pero a su vez también construye la matriz ideológica de muchas de las organizaciones de bases que, mostrando un perfil progresista y hasta combativo no dejan de ser funcional a los intereses del poder dominante, y tienen como objetivo la construcción de canales políticos para desagotar y contener los sucesivos conflictos sociales, reconstruyendo la historia y la teoría política de Latinoamérica de acuerdo a las necesidades del desarrollo capitalista actual.
Uno de los mejores exponentes del campo intelectual que cumplen esta función de construcción de hegemonía burguesa es Feimman, quien no sólo es capaz con este fin de presentar una lectura parcializada y caracterizada desde el punto de vista de la ideología burguesa de los clásicos de la filosofía, sino que también hace un revisionismo barato y contrarrevolucionario de la historia más reciente.
Un claro ejemplo de la forma en que manipula los hechos y deforma las ideas para adaptarlas a la política dominante fue el programa sobre “El Che”, donde analiza sus ideas, sus acciones y su rol en la revolución cubana, que emitió en el canal “Encuentro” de la televisión “publica.
Para fundamentar sus divagaciones, comienza alegando que la caída de Batista es una necesidad de los EEUU, porque este se había convertido en un dictador molesto para sus planes. Reduciendo a la nada el rol político del campesinado, los estudiantes y los sectores proletarios que cada vez avanzaban más seriamente en la construcción de una alternativa capaz de derrocar al régimen dictatorial.
Para este “intelectual” la Revolución Cubana es una excepcionalidad, un aborto, casi un accidente, que pudo lograrse gracias a la poca capacidad de Batista para dirigir la dictadura, ya que ni siquiera contaba con consenso dentro de las propias fuerzas armadas, las cuales por otro lado no dejaban de ser mediocres, blandas y sin un verdadero poder. Este análisis representa una subestimación total del proceso revolucionario mas enriquecedor del continente y además se contrapone radicalmente al mismísimo Che, quien decía “(…) que nadie podía afirmar que en Cuba había condiciones políticos-sociales totalmente diferentes a la de otros países de América.”(pág. 204 obras completas) y esta era una de las razones porque la revolución no era una excepción.
Por otro lado, Feimman le atribuye a Fidel el liderazgo del desarrollo de la revolución cubana, pero no en calidad de revolucionario, sino de aquel político hábil y astuto –pero con baste aire de corrupto- capaz de negociar tanto con amigos como enemigos para poder sustentar el poder. En este contexto marca los acuerdos de Cuba con la Unión Soviética, articulándolos con el supuesto desacuerdo del Che y su posterior renuncia a la revolución para marcharse de Cuba.
Feimman no solo apela a su capacidad de “gran intelectual”, que de todo sabe y de todo opina con certeza , sino a la transgiversacíon y a la mentira, para argumentar sus teorías: en primer lugar, el Che no renuncia por causas aventureras como él deja entre ver , sino con la profunda convicción internacionalista que siempre demostró, por su compromiso con la lucha por el socialismo en todos los rincones del mundo; en segundo lugar, elude hablar del plan de liberación latinoamericana trazado por el Che, el cual representa la verdadera razón por la que renuncia a sus cargos en el gobierno revolucionario cubano y parte hacia Bolivia para construir un ejército rebelde que luego le permita penetrar por el norte Argentino y unirse a las fuerzas de Masseti con quien había planificado la estrategia de unificar las guerrillas en la selva salteña, y de esta forma desarrollar un movimiento guerrillero que libere a su país natal, Argentina.
Pero como no le basta la sarta de mentiras y el revisionismo barato al que recurre, intenta de manera burda, desprestigiar el trabajo intelectual del Che, omitiendo por completo su trabajo frente al ministerio de Economía y sus aportes teóricos al comercio exterior cubano para mejorar la comercialización de la caña de azúcar, como así también sus desarrollos para la construcción del hombre nuevo como aspecto esencial para la profundización del socialismo ,tampoco tiene en cuenta los nuevos conceptos para la construcción del partido en tiempos post revolucionarios, ni su labor en los foros internacionales como vocero de la revolución o su abnegada tarea en lo que fueron los trabajos voluntarios para el fortalecimiento de Cuba.
Es indignante la burda liviandad con la que habla este tipo, que difícilmente alguna vez llegue a entrar en la historia universal, que ni siquiera puede ser reconocido como un hombre de principios ya que bastantes poco tiene, y que, a lo sumo llegará consagrarse como un seudo filosofo de la Argentina, si es que algún mediocre amigo, bien pago como él, lo eleva a esa categoría.
A continuación, en este gran juego de resaltar la figura del Che como la de simplemente un héroe de historieta, sin un verdadero contenido político, expone una larga lista de hechos que en forma continua lo desmerecen y lo reducen a un pobre idealista afortunado.
Según el gran “intelectual de la burguesía”, el Che es un pobre médico que se marcho de su país sin saber a dónde ir ni qué hacer con su vida, que luego de rondar por Latinoamérica adopta las ideas políticas de Debrays, periodista francés devenido en escritor político, y que un día en este azaroso devenir se encuentra en medio de la revolución cubana. Con este desarrollo presenta al Che como un aventurero sin ideología, proyecto ni pensamientos propios.
Según el afamado filosofo, el Che asume como suya la teoría del foco revolucionario como acción política y militar, en una clara actitud descontextualizada y anacrónica, aduciendo además que se había permitido un acto de pura soberbia al asumirse el rol de vanguardia esclarecida para guiar a todas las masas, las que según esta interpretación son vistas como una manada de animales que nada tenían en sus cabezas y pueden ser dirigidos por cualquier estúpido de turno.
Y en base a esta construcción despolitizada del Che, sin pensamientos ni conocimientos, es que dice que su figura había tomado cierto renombre gracias en primer lugar, al haber sido afortunado en San Clara, donde gracias al triunfo que realizaron las tropas a su mando lograron entrar a la ciudad y de esta manera pusieron al movimiento rebelde en una situación de cuasi triunfo ante el régimen de Batista, y asegura que la fortuna lo había privilegiado porque ese combate en realidad, no era un gran desafío, es más, tenía una gran correlación de fuerzas a su favor, y por supuesto lo hubiese ganado cualquier aficionado; y en segundo lugar, que debido a su posterior muerte en combate, que por supuesto había ocurrido gracias a su terquedad e incapacidad política, y no a las sucesivas traiciones tanto del Partido Comunista boliviano, como argentino, entre otras, había logrado tomar la fama que le da su actual reconocimiento .
Queda claro que ni aun después de muerto lo han podido matar, ni que luego de comercializar su imagen lo han logrado vender, y de la misma manera, por más mentiras que construyan no podrán desfigurar sus ideales porque estos cobran vida en cada uno de los que abnegadamente trabajamos para la revolución socialista.
Sin embargo, la forma de dominación actual de las “progresistas” democracias burguesas necesitan elaborar un relato que transfigure a las revoluciones y a los revolucionarios realmente existentes y los muestre como hechos excepcionales, disparatados e irrepetibles. Vaciarlos de contenido y de realismo para poder presentar a sus gobiernos como lo mejor dentro de lo posible y relegar a los proyectos de cambios sociales profundos a la irrealidad de utopías sin tiempo ni lugar.
La proliferación de programas como el de Feimman y su impunidad se relacionan con que el campo revolucionario luego de la gran derrota de los setenta y de la pérdida de valiosísimos compañeros no ha podido recomponerse del embate ideológico de la burguesía como para dar respuestas inmediatas a semejante lacayo de turno.
Por el contrario, se puede ver que en diferentes ámbitos, tanto académicos como políticos, nuevamente se intenta una lectura de pensadores del socialismo, tanto latinoamericanos como el clásico Marx, pero con lecturas profundamente influenciadas por el pensamiento burgués, que se realizan en espacios simplemente academicistas, sin contenido, estáticas ,parcializadas y sin organización, perdiendo todo principio transformador para el cambio social. Estas construcciones solo reproducen la ideología burguesa, confundiendo y desorientando, con el fin de avalar este “progresismo con contradicciones”, denominación que se autoconstruyó sobredimensionando algunas políticas sociales asistencialistas como los subsidios, deficitarias como la creación de alguna escuela o el arreglo parcial de algún hospital, o simbólicas como el encierro de algún genocida inservible en la actualidad para el sistema.
Ni en el campo político ni en el académico el marxismo revolucionario ha logrado hasta hora construir una solida base de cuadros capaces de ejercer en la práctica la dirección política e ideológica de un nuevo movimiento revolucionario que cuestione seriamente el poder burgués, y por esto nos encontramos en serias desventajas.
Y hablo de marxismo revolucionario, omitiendo intencionalmente otras denominaciones, porque la burguesía ha logrado en estas últimas décadas, entre tantas otras cosas, re significar nuestros conceptos y nuestras banderas, vaciándolos de su contenido transformador y anticapitalista. De esta manera, algunas palabras como izquierda, revolución, socialismo, derechos humanos, etc, a esta altura parece que siempre hubiesen sido parte de su vocabulario.
Así en la actualidad denominan a cualquier cosa medianamente “progresista” como marxista, de izquierda, revolucionaria o socialista; como si los sistemas socioeconómicos o las ideologías fueran maleables y relativas y nada tuvieran que ver los modos de producción, las formas de organización y las relaciones sociales en su clasificación.
Supongo que se debe a la inmensidad de la pérdida tanto humana como ideológica de los setenta que hoy muchos compañeros se conformen con las cosas más básicas que les proporciona el capitalismo. Este ha tenido una lectura acertada de como asegurar las relaciones sociales y ha podido articular una serie de políticas capaces de contener y canalizar toda esa rebeldía que habita en el sub consiente de nuestro pueblo, con una fuerte tradición de luchas independentistas, para poder seguir ejerciendo su explotación con muchos menos conflictos sociales y mayor consenso.
La gran decepción de amplios sectores luego de la derrota ideológica, le ha permitido a la clase dominante ejercer su hegemonía convenciendo a los sectores mas dinámicos de la sociedad que sus interese son los intereses de todos, los únicos posibles de conseguir en estos tiempos.
Y con esta gran ventaja viene esparciendo en múltiples sectores la convicción de que estamos en el camino correcto, desarrollando nuevas interpretaciones de las palabras y de los conceptos que les permiten crear la idea que el continente vive la panacea socialista, que Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina son todos países “socialistas”, que sus gobiernos son revolucionarios y sus partidos son la nueva vanguardia combativa.
Lo que no se comprende dentro de este esquema es porque si son socialistas estos modelos siguen siendo extractivos, la gran mayoría de las poblaciones siguen viviendo bajo la explotación capitalista y amplios sectores viven de subsidios y prebendas estatales como método de contención. No queda claro cuál ha sido el gran cambio si las riquezas de nuestro suelo y de nuestros pueblos se la siguen llevando las transnacionales del petróleo, el oro, el trigo, la madera, el caucho, el azúcar, etc.
Esta matriz de pensamiento logró que se ovacione como revolucionario un líder por su verborragia, como Chávez, pero que no sólo administra un país que se sigue rigiendo por el sistema de explotación capitalista y es el principal proveedor de petróleo a EEUU, sino que es entregador de compañeros como Becerra y tantos otros bien ocultados.
Y está tan arraigada esta deformación ideológica, que hoy muchos compañeros, tanto Argentinos y Venezolanos como Colombianos, en muchos casos bien intencionados tratan de buscar explicaciones que de alguna manera legitimen la aberración de haber entregado a Becerra por parte del gobierno de Chávez, estos compañeros no quieren aceptar que no hay excusas, no hay errores, no hay razones de estado, no hay trampas colombianas, la única explicación racional es que la entrega fue y es una decisión política consciente, basada en acuerdos que privilegian a las clases dominantes. Todo lo demás son justificaciones de la burguesía, los revolucionarios no flexibilizan los principios ni traicionan a los compañeros, no se negocian los valores ni se sopesan elecciones burguesas.
Hasta hace unos años atrás muchos sectores de la llamada izquierda festejaban alegres la llegada de Lula a Brasil y de Tabares Vásquez a Uruguay, parecía que de la mano de esa izquierda llegaba el socialismo, y hasta el día de la fecha podemos afirmar que siguen siendo países basados en el régimen de explotación capitalista, nada ha cambiado, lo mismo pasa hoy con Venezuela, Bolivia, Ecuador, ¿cuánto tardaran en desilusionarse? ¿Cuánto tiempo más perderemos? ¿Cuánto tiempo le daremos a la burguesía para seguir explotándonos con consenso?
Cuando escuchamos a Cristina y sus gran compromiso con los derechos humanos, de qué compromiso habla?, de los desaparecidos de la democracia como López o Arruga, de los compañeros de los pueblos originarios asesinados y ultrajados en sus propias tierras, de los fusilados en Jujuy, de la enorme cantidad de muertos por gatillo fácil, o se piensan que todos nos vamos a creer que porque encarcelen a unos cuantos milicos viejos y decrépitos, hoy inservibles para la represión, con eso se hace justicia o se convierten en revolucionarios y paladines de los derechos humanos. Mientras siguen formando a las FFAA para la represión del pueblo, para que actúe contra quienes no compran su ideología de la “inclusión y el progreso social.
Tan mal venimos que cualquier medida progresista, parece revolucionaria, o realmente podemos decir que muchos fueron convencidos, de que la historia política del capitalismo y sus relaciones de producción han cambiado, y ahora benévolamente comparten el poder con el pueblo, que se han resignado a la violencia y ahora nos ofrecen el poder para que lo administremos , para que nosotros les quitemos sus ganancias, o tal vez el capitalismo ha cambiado tanto que ya no necesita extraer plusvalía de los trabajadores.
Qué gran trabajo ideológico han logrado, que convencieron a una gran mayoría que hoy la revolución se lleva a cavo de forma pacífica y por medio de los votos, cuanta comprensión ha sabido tener la burguesía y que rebeldes sin causa somos todos aquellos que pensamos que este capitalismo humanitario no ha dejado de ser, ni por un minuto, el imperialismo cruel que masacra todo tipo de vidas en oriente medio para asegurar sus ganancias.
Muchas veces le criticaron a los compañeros del campo revolucionario no haber tenido una lectura correcta del fenómeno del peronismo y eso fue una de las causas de porque se frustro el intento revolucionario de los ’70. Entonces sería bueno explicitar cuál es el “fenómeno”, deberíamos esclarecer que el peronismo fue y es un partido que representa los interese de la burguesía, antes nacional hoy transnacionalizada, y jamás se planteo el socialismo, ni la expropiación de los bienes burgueses, ni el control de la producción por parte de la clase obrera.
El peronismo si algo tiene de fenómeno es que siempre ha podido administrar el Estado, asegurando la ganancia de la burguesía y controlando los conflictos con buenas políticas sociales que les permitieron amplios consensos aún en épocas de Menen, en pleno neoliberalismo.
Y justamente un mal análisis del peronismo, con su impronta poli clasista, es lo que muchas veces provoca en grupos marxistas interpretaciones erróneas, como creer que la clase obrera es peronista, o que sin ellos no hay revolución posible, o que para ser populares es necesario ser peronistas, y una larga lista mas de errores conceptuales que han alentado históricamente a construcciones con el peronismo, desde el peronismo, para el peronismo y toda una serie de desaciertos que nos sumergen en continuos fracasos .
Justamente toda una larga lista de cosas anteriormente nombradas ocurren no por existir el peronismo, sino por haber tenido el campo revolucionario una muy mala estrategia, tanto en el frente cultural, educacional, político, ideológico, que le permitió a la burguesía construir toda esa cultura política alrededor del peronismo, sin haber tenido la capacidad de enfrentarlos con las mismas armas y pensando que como ellos las tenían, la revolución necesariamente pasaría por sus manos.
Que alejados de la realidad estuvimos, sino miremos que es lo que hizo el peronismo después de 66 años de sus gobiernos, de discursos a veces progresistas, a veces revolucionarios, y muchas veces fascistas.
Tenemos una gran batalla por delante y sin dudas es primordial empezar a construir las herramientas para poder ganarla. Y una de estas herramientas fundamentales es construir la ideología del proletariado revolucionario, con influencia en todos los frentes, políticos, artísticos, académicos, culturales, sociales. Desembarazarnos de la influencia de la ideología burguesa y su reinterpretación de la historia, del presente y del futuro. Elaborar un proyecto de acuerdo a nuestros intereses, que de ninguna manera son los de ellos, a nuestras capacidades y a nuestras posibilidades de acceder una mejor forma de vida, que de ninguna manera es la que ellos nos dan.
Solamente la claridad ideológica nos permitirá construir la organización política para la toma del poder y la construcción del socialismo.
Por la revolución socialista y latinoamericana.
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