El proceso de transnacionalización trae aparejados sucesivos cambios políticos en la superestructura social. La actual acumulación concentrada de capitales y la centralización de su circulación necesitan estructuras políticas que se correspondan con los modos de producción actuales. Esto significa que las formas organizativas que adoptan los sistemas de producción y comercialización deben ser acompañadas, de nuevas formas políticas que dinamicen las nuevas necesidades. El afianzamiento del viejo sistema capitalista, necesitó de un determinado tipo de Estado-Nación, con sus instituciones y sus características (control de fronteras, aduanas, ejércitos nacionales, etc.), elementos indispensables para que la clase burguesa -en su fase de asenso-lograra dirigir el desarrollo de las fuerzas productivas y consolidar el avance de ese modo de producción social, para asegurarse la apropiación del capital social producido mediante la extracción de plusvalía. Ahora bien, en virtud de la singular conjunción en el presente de tres procesos histórico-sociales fundamentales:
• la continuidad del proceso de crecimiento y aglomeración de la población mundial,
• la descentralización integrada de los medios y métodos de producción y
• a concentración de la propiedad capitalista mediante control centralizado de mercados diversificados,
el incesante desarrollo conduce a la universalización de las relaciones de producción.
De allí que, el sujeto histórico rector de la sociedad burguesa -el capital-traspasa en forma, velocidad y magnitud, el tipo de industria pre-monopolista, la cual necesitaba de un espacio político “nacional” que se correspondiera con el también nacional espacio de rotación del capital, dentro del cual el Estado-Nación estaba llamado a mantener la dominación de clase que garantizara las condiciones para su continua valorización. Antes de terminar el siglo XIX una nueva revolución en las fuerzas productivas (basada en la electricidad que sustituye al vapor) da origen al monopolio. Esta nueva categoría dentro de las unidades económicas -capaz de negar la libre concurrencia-es estudiada por Engels. Luego con el advenimiento de la primera guerra mundial, Lenin avanza en el estudio y comprensión de las nuevas transformaciones que estaba sufriendo el monopolio y la recomposición de la clase burguesa que, aunque hegemonizaba el desarrollo de los monopolios, también había sido sometida a cambios. Un sector minoritario de esa burguesía comprendió que, para que determinados monopolios pudieran desarrollarse más y acumular más poder, necesitaba fundirse a la maquinaria política del Estado, ya que esta herramienta le permitiría acrecentar más su capital, por poder tener acceso a determinadas instituciones, logrando aceitar más y mejores mecanismos de regulación social y control económico, incorporando grandes masas de población como potenciales “clientes” o “consumidores”, que le asegurarían suculentas ganancias. Esta etapa se denominó Capitalismo Monopolista de Estado, alcanzada la cual ya no era toda la burguesía, sino solamente una élite la que sustentaba elpoder político del Estado, pero aun dentro de las fronteras nacionales. O sea que la rotación del capital se sucedía o completaba dentro de los limites nacionales -aun teniendo en cuenta los incipientes procesos de intercambio de comercio internacional-. De esta manera llegamos al final del siglo XX, sobre todo los ’80 y ’90, donde la tercera revolución científico-tecnológica, hizo posible que esos monopolio nacionales, que se habían fundido a la maquinaria del estado, se transformaran en un conglomerado monopólico transnacional, y que los diferentes ciclos nacionales de rotación del capital se transformaran en un ciclo único transnacional, en el cual el monopolio es capaz de anular la libre concurrencia y ejercer su dominación económica a escala universal. “La consecuencia obligada del proceso de concentración transnacional de la producción y la propiedad es el asenso del sistema capitalista a un peldaño superior de centralización política, que rebasa las fronteras del Estado-Nación. Con otras palabras, el monopolio transnacional necesita colocar al mundo bajo un solo gobierno, una sola ley, un solo interés, en este caso un interés imperialista transnacional. Surge así el capitalismo monopolista transnacional”. Lenin estimaba que el proceso de absorción de todas las empresas sin excepción y de todos los estados nacionales sin excepción, seria interrumpido por el estallido de las contradicciones imperialistas: “No cabe duda de que la tendencia del desarrollo es hacia un trust único mundial, que absorberá todas las empresas sin excepción y todos los Estados sin excepción. Pero ese desarrollo se opera en tales circunstancias, con tal ritmo, en medio de tales contradicciones conflictos y conmociones -no solo económicas, sino también políticos, nacionales, etc.-que sin duda alguna antes de que se llegue a un trust mundial único, a una asociación mundial ultraimperialista de los capitales financieros, inevitablemente estallará y el capitalismo se transformará en su contrario”. El concepto de capitalismo monopolista transnacional no presupone que este haya roto toda articulación con el Estado capitalista. Mas bien, la creciente integración subalterna de los Estados por los monopolios transnacionales -en el presente-se convierte en el núcleo fundamental de la concentración transnacional de la propiedad, la producción y el poder político, que constituye el signo distintivo del imperialismo contemporáneo. La función de este núcleo de poder político transnacional -Imperialismo-es imponer normas y mecanismos que garanticen la reproducción ampliada del capital en cualquier punto del planeta, tanto mediante la acción directa de los monopolios y los estados capitalistas con que estos se encuentran fundidos, como a través de los organismos supranacionales a su servicio, como el F.M.I., el B.I.D. y el Banco Mundial.
La concentración transnacional de poder político en manos de los principales centros imperialistas, en especial los de origen norteamericano, tiene como contrapartida la desnacionalización del poder político en los estados capitalistas más débiles, y más aún en los estados capitalistas subdesarrollados. Este proceso se caracteriza por la degradación, descomposición y disolución de los estados y sus instituciones, la atrofia de sus funciones nacionales y la asunción de funciones transnacionales subordinadas. Los diferentes estados, con sus distintos grados de poder, van disminuyendo sus características de organismos soberanos nacionales, y lentamente comienzan a adquirir los códigos y patrones que le impone la voraz maquinariatransnacional, convirtiéndose progresivamente en un apéndice de su organismo.
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