El término hegemonía deriva del griego eghesthai, que significa "conducir", "ser guía", "ser jefe"; o tal vez del verbo eghemoneno, que significa "guiar", "preceder", "conducir", y del cual deriva "estar al frente", "comandar", "gobernar". Por eghemonia el antiguo griego entendía la dirección suprema del ejercito. Se trata pues de un término militar. Egemone era el conductor, el guía y también el comandante del ejército. En el tiempo de la guerra del Peloponeso, se habló de la ciudad hegemónica, a propósito de la ciudad que dirigía la alianza de las ciudades griegas en lucha entre sí.
El concepto hegemonía pareciera estar mas subscripto a las relaciones entre los estados que a entre las clases, sin dudas esto visión es parte de una imposición lograda por la clase que detenta el poder. Ese poder que no esta solo basado en la posesión de medios de producción sino también en la superestructura, que mantiene, sostiene e impone su dominación ideológica, a través del aparato estatal, por sobre otras tantas instituciones privadas.
Sí en el pasado feudal, la dominación ideológica se daba por medio de las leyes divinas y sus representantes en la tierra, el poder eclesiástico, en la modernidad el Estado es el encargado de mantener la supremacía de las ideas, y esas ideas son la legitimación de la clase que sustenta el poder, la burguesía, que con la ultima revolución tecnológica del
s XX a perdido su pertenencia territorial o nacional , para transformarse en una clase de carácter internacional, o mejor dicho transnacionalizada.
No solo el poder coercitivo del Estado es el que asegura la reproducción de las relaciones sociales, aunque cuando tiene que descargar su violencia más despiadada no lo duda, es necesario articular una hegemonía política, ideológica y cultural, que sustente de forma más humanizada el capitalismo más desarrollado y más salvaje nunca antes visto.
El Estado como cuerpo legalmente constituido y el cuadro administrativo como aplicador de las políticas emitidas por éste, debe recurrir continuamente a la legitimidad ciudadana para encontrar aval en sus accionar. Debido a esto reafirma de manera sistemática que las únicas políticas posibles son las elaboradas por ellos, aun en la aparente confrontación de ideas que llevan los partidos políticos dentro del “juego democrático”.
Las clases sociales, dominadas participan de una concepción del mundo que les es impuesta por las clases dominantes. Y la ideología de las clases dominantes corresponde a su función histórica y no a los intereses y a la función histórica de las clases dominadas. Son múltiples los canales o las vías por las cuales la burguesía impone de forma hegemónica su ideología, escuelas, universidades, diarios, cine, radio, televisión, periódicos, revistas, religiones, ONG, centros culturales, y todo tipo de organizaciones que puedan cumplir la misma función, cuanto mas disimulada mejor, cuanto mas irrelevante mas funcional.
“La hegemonía es esto: capacidad de unificar a través de la ideología y de mantener unido un bloque social que, sin embargo, no es homogéneo, sino marcado por profundas contradicciones de clase. Una clase es hegemónica, dirigente y dominante, mientras con su acción política, ideológica, cultural logra mantener junto a sí a un grupo de fuerzas heterogéneas e impide que la contradicción existente entre estas fuerzas estalle, produciendo una crisis en la ideología dominante y conduciendo a su rechazo, el que coincide con las crisis política de la fuerza que está en el poder”. Antonio Gramsci.
Entonces podemos decir que en la actualidad, el bloque dominante no se encuentra en crisis, ya que su poder hegemónico no esta en disputa, de hecho la sociedad y toda su margen (desclasados, indigentes, lumproletariado y todo marginal) vive adormecida, una incomoda pero llevadera vida en continuo descenso.
La virtud de esta democracia ha sido el gran triunfo del disiplinamiento social, mas aún que el que obtuvo la dictadura del ´76 a través del asesinato estratégico y premeditado. A ésta democracia no le hizo falta torturas y fusilamientos, de esto ya se había encargado el proceso militar, el gran aparato ideológico construido esencialmente con la aplicación del neoliberalismo en los ´90, por parte del estado y los partidos políticos que lo sustentaban, logro generalizar las necesidades del bloque hegemónico, por un lado concentrar y centralizar los capitales, a través de profundizar la apertura del mercado nacional al capital extranjero, que ya había comenzado Martines de Hoz, y privatizando todos los recursos naturales y estratégicos del país, con el consiguiente aval de las grandes mayorías, por otro lado logro o mejor dicho reafirmo su política corporativista sumando a casi todas las cúpulas sindicales, a la mesa de negociación como parte del gran negocio que se estaba llevando a cabo y con el consiguiente trabajo de estas hacia sus bases para no solo lograr su consentimiento sino hasta su beneplácito.
Del otro lado del mostrador, el pueblo, desprovisto cada ves más de todo “tipo de protección”, las cúpulas sindicales ya habían claudicado, y las organizaciones políticas que decían estar con los intereses de la clase obrera caían en un desbande ideológico, producto en primer lugar, del corte que había logrado la dictadura con la desaparición física e intelectual de lo más avanzado del pueblo, que había estimulado un continuo y creciente estado de conciencia en el pueblo y en sus organizaciones políticas y reivindicativas.
El corte de ese proceso de concientización fue lo que permitió en gran medida la fácil aplicación del plan económico del neoliberalismo.
“La clase obrera, en el proceso de su formación, no puede ser aún conciente de sus propios intereses y de su función histórica. Es el resultado de todo un proceso lo que puede volverlas concientes. En dicho proceso social se entrelazan las influencias y la lucha de hegemonías diversas, ya sean políticas o culturales. La conquista de la hegemonía se entiende como proceso. Pero la unidad de la teoría y de la practica no es, de ninguna manera, algo mecánicamente dado, sino un devenir histórico que tiene su fase elemental y primitiva en el sentido de distinción, de separación, de independencia instintiva, y que progresa hasta la posesión real y completa de una concepción del mundo coherente y unitaria”. Antonio Gramsci.
El medio condiciona al hombre y en todo hombre está presente una conciencia impuesta por el ambiente en el que vive y actúa, por lo tanto está permeable a influencias diversas y contradictorias, enfrentadas a sus necesidades. Por eso en la conciencia del hombre, abandonada a la espontaneidad, todavía no conciente críticamente de sí misma, coexisten influencias y elementos dispares que se acumulan a través de estratificaciones sociales y culturales. La conciencia del hombre no es otra cosa que el resultado de una relación social y ella misma es una relación social. Por lo que nuestra conciencia es el resultado de un extenso y complicado desarrollo, que en la medida que nuestro transcurrir en la vida se de en forma pasiva, subordinada, espontánea y no reflexiva, no podremos hacernos portadores de una conciencia critica, ser parte activa en la elaboración de la historia del mundo, planificar políticas ya sean económicas, culturales, de investigación, habitacionales, en definitiva construir un proyecto de nación que nos contenga y nos desarrolle como legítimos ciudadanos, con todos los derechos que otorga nuestra constitución.
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