La decadencia del Estado
Carlos A. Romero
1. El interés académico sobre el caos y la incertidumbre ha originado un debate sobre el pensamiento lineal y la racionalidad. Las tesis basadas en el equilibrio político se están cuestionando. Se origina así una discusión sobre los alcances de unas "grandes verdades" que el llamado mundo secular quiso imponer luego de la quiebra de la unión entre Imperio e Iglesia y el surgimiento de los Estados e Iglesias nacionales(1). De hecho, las tradiciones políticas están confrontadas por una realidad que exige respuestas colectivas para experiencias colectivas tales como, la economía global, la ecología planetaria y una tecnología virtual.
Una de esas verdades es aquella que plantea que la integración política territorial va en una sola dirección, y que el status y/o la clase ..."habían sustituido en el mundo desarrollado moderno unas bases de asociación política tan antiguas como la etnicidad y la religión" (2). De cierta forma, las ideas a partir de las cuales configuramos el espacio político y utilizamos para calificar las instituciones políticas provienen de esa tradición.
En este marco, aparecen nuevas y renovadas lealtades regionales, étnicas, lingüísticas y religiosas las cuales compiten e interactúan con perspectivas globales totalizadoras. Tanto las primeras como las segundas fortalecen el proceso de fragmentación del Estado, bien sea por razones domésticas o supra-nacionales(3).
Lo que sigue es el resultado parcial de una reflexión sobre el papel del Estado en las relaciones internacionales en nuestro tiempo. En este marco, nos preguntamos..¿ cuál es el tipo de relación que se establece entre la eventual decadencia del Estado como forma política por excelencia desde el siglo XVII y la necesidad de repensar las premisas intelectuales que dieron lugar a la racionalidad política, y dentro de ella a la ciencia política y a la teoría de las relaciones internacionales?.
Como dice Sheldon Wolin, la orientación del pensamiento político occidental ha marcado un tipo de dirección, tal es el de diseñar un orden a partir del caos político, el de tener una visión política arquitectónica basada en un reordenamiento imaginario de la vida política. Así, en la Edad Moderna se rompió con una visión teológica de la política fundamentada en la idea de Dios y el Cuerpo Místico de Cristo sustituyéndola por la secularización y la separación entre la Iglesia y la política. El objetivo principal fue el de observar la realidad política de acuerdo con los principios ordenadores emanados de la racionalidad: la Razón de Estado, la ley, los criterios seculares(4).
La sustitución de Dios por la Razón en la política llevó a la Historia, al Estado soberano y a la soberanía individual. Poco a poco se fue formando una tradición, la de la autonomía de la política y el poder político, la del Estado, y la del hombre como ser racional (5).
La ruptura entre Iglesia e Imperio significó el abandono de ciertas creencias que justificaron tal proceso. En la Alta Edad Media se identificaba la Iglesia y al Imperio. Cada reino cristiano era miembro de la sociedad cristiana, en cuya cabeza se encontraba el Pontífice Romano. Así, lo espiritual y lo temporal pertenecían a la Iglesia, aunque el Papa delegaba el ejercicio de la segunda en manos del Príncipe. En este sentido, el Reino se estableció en torno a la Ley, cuando el Estado comienza a reclamar sus propias instituciones públicas bajo el concepto de regia potestas, aunque siempre bajo la auctoritas papal (6). Esta visión fue cambiando en la medida en que el Príncipe se enmancipó, y con él se fue centralizando el poder, apariciendo las nociones de Estado y ciudadanía tendientes a superar las ideas de sangre, raza, lenguaje, localidad, y religión.
Maquiavelo representa con fuerza el cambio de lo medieval a la Modernidad. Con él, el pensamiento político se convierte en singular, en temporal y no universal; y a la vez, toda práctica intermedia de poder queda supeditada a la autoridad central (7). El paso intermedio entre la dispersión del poder y la concentración en la corona, cede a la limitación de la autoridad real y a los privilegios de la Iglesia y la nobleza en el marco de la Revolución Francesa. Desde ese momento, la autoridad de los reyes va a estar compartida por la autoridad del pueblo (8).
Con la Revolución Francesa culmina el proceso de estabilización del Estado-Nación. La sociedad europea, heredera de la Res publica-christiana medieval, surge como como consecuencia de la crisis del Imperio y el Papado en la Baja Edad Media, acentuándose en el Renacimiento y durante la Reforma. De esta forma, el modelo bifrontal del Imperio y el Papado cede ante una pluralidad de Estados que no reconocen un ente superior. Así surge el Sistema de Estados Europeos, a partir de la Paz de Westfalia, en el año de 1648 (9). Posteriormente el Sistema de Estados Europeos se convierte en un Sistema de Estados Mundial.
2. En nuestra época, se construye, cada día con más fuerza, un consenso sobre que el Estado-Nación como actor internacional se está agotando y que la respuesta que la Edad Moderna le dio al problema del poder es insuficiente para comprender los cambios actuales dentro de la llamada transición internacional. Dentro de esta perspectiva, el Realismo político fue la respuesta intelectual por excelencia. De hecho, "El Realismo está profundamente arraigado en el pensamiento occidental. Sin entender esto, no podemos ni comprender ni criticar nuestra propia tradición de pensamiento sobre la política internacional"(10).
La tradición realista genera entonces serias limitaciones para captar lo que está pasando: las transformaciones del espacio político global, el auge de los actores multilaterales y transnacionales, la aparición de prácticas políticas alternativas; de cierta manera, la recreación de la vida política sobre nuevas bases. En este sentido se produce un corto circuíto entre un clima intelectual que se está erosionando, el de la Modernidad, y el desencanto ante el gobierno y la desaparición de la confianza en la política como forma de pensamiento superior (11). Por otra parte, la soberanía, principio fundamental del Realismo, se convierte en un problema, dado que el Estado-Nación no puede actualmente garantizarla. La consecuencia firme de lo anterior es que la tradición ignoró o simplemente minimizó la importancia de los factores externos a la hora del análisis. En este sentido, parece paradójico pensar que la emulación de Occidente y sus elementos básicos, la industrialización y la democratización, tenga hoy poca validez.
La "culpa" de todo esto lo tiene la generalización de la experiencia europea: la urbanización, lo secular, la participación política, el Estado, el nacionalismo, son categorias que se heredan de la tradición moderna, y que a pesar de Marx y de Freud, no pudieron romper con una visión ingenua, la del desarrollo lineal, la de la mancha de aceite, la de la expansión de la cultura occidental, la de la creencia en que cada país estaba protegido por una cúpula imaginaria (12).
Pero no basta con decir que estamos ante una nueva fase histórica. Lo que interesa es sobre todo repensar las premisas intelectuales de la Modernidad. Lo que se consideró como un modelo permanente está cuestionado en sus cimientos y la pérdida de soberanía, el auge de los localismos, la fractura de los Estados tienden a ser fenómenos comunes. En el momento en que el Estado es más permeable y se desprende en parte de su soberanía para dársela a las organizaciones internacionales y supra- nacionales, "vemos con franco interés las previamente desacreditadas estructuras supranacionales y apreciamos de nuevo la importancia de las identidades regionales y locales" (13).
El sistema de Estados se pone en tela de juicio y esto pasa ya que se está en la presencia de una "internacionalización de la función pública", producto de un cambio profundo en el capitalismo. Recordemos que el capitalismo comercial e industrial está ligado a la formación de los estados nacionales y el llamado capitalismo de la información está ligado a su eventual desaparición como forma política por excelencia (14).
En este marco, cabe preguntarse "¿hasta qué punto la revolución modernista de relaciones espacio-tiempo expresadas por el principio de la soberanía estatal ofrece una explicación pausible de las prácticas políticas contempóraneas, incluyendo la práctica de los Estados?" (15).
Si el Estado-Nación está perdiendo una importante parte de sus funciones, si la economía nacional supera la economía mundial, y si estamos en la presencia de una reestructuración supranacional del globo, la modificación del paradigma realista es una necesidad. De hecho, el Estado- Nación pasa a constituir sólo una parte de un sistema mayor, el Sistema Global (16). Sin embargo, hay que aclarar que este proceso es histórico, poco rectilíneo, y lleno de contradicciones. En este sentido, " los procesos de cambios políticos extensos se complican, ante todo por el asincronismo histórico de los procesos de desarrollo. Mientras por un lado ya ha surgido un sinnúmero de organismos internacionales, y algunos Estados ya han cedido parte de su soberanía a instancias supranacionales (al menos dentro e la Unión Europea), en el Tercer Mundo hay Estados nacionales que apenas están en formación; además, estamos viviendo un renacimiento de reinvindicaciones nacionales, sobre todo en lugares donde estuvieron reprimidas por mucho tiempo, como es el caso de las antiguas Unión Soviética y Yugoslavia." ( 17).
3. La tendencia al desplazamiento de una constelación de Estados a una estructura internacional fragmentada, formada por más de 170 Estados y otros actores no estatales hace que el Realismo imposibilite conocer el camino a la interdependencia, la globalización y la transnacionalización. Por otra parte, la profunda interdependencia entre los Estados y la necesidad de cooperar entre ellos generan nuevos problemas, como lo son por ejemplo, la susceptibilidad de la política interna a los shocks externos y el cuestionamiento de la idea de una anarquía internacional permanente. En cuanto a la globalización, ésta impulsa un cruce permanente de intereses lo que significa un problema constante para el control político nacional.
La creciente difusión del poder y la búsqueda de un nuevo paradigma han impulsado dos perspectivas de naturaleza teórica: la llamada controversia entre neorrealistas y neoliberales, y la polémica entre quienes proclaman la desaparición del Estado-Nación y quienes aspiran al reacomodo de sus funciones. ( 18)
El debate entre neorealistas y neoliberales se basa en tres puntos principales: 1) el significado y las implicaciones de la anarquía internacional para el conflicto y la colaboración entre los Estados; 2) el problema de las ganancias y pérdidas en el momento de la negociación; 3) la tensión entre la negociación y la distribución del poder. (19)
Algunos autores realistas comprendieron que el viejo modelo basado en los conceptos de la política de poder y el interés nacional debía reformularse. De esta forma, se emprendió una nueva ruta teórica, dejando de lado la propuesta de Hans Morgenthau sobre el carácter individualista del ser humano, enfatizando la importancia y autonomía del sistema internacional frente a los Estados. (20)
En consecuencia, para los neorealistas, la globalización es el producto del reacomodo del balance de poder entre los Estados y el resultado de la distribución imperfecta del poder internacional y el poder particular de cada Estado .
Los neoliberales, por el contrario, enfatizan el estudio y la comprensión de los cambios globales en el marco de la economía internacional y no en el plano político. Por ello, se estima que estamos en la presencia de una "turbulencia global" en donde el universo de la política global está compuesto de dos mundos que interactúan: un mundo multicéntrico, formado por diversos tipos de actores relativamente con el mismo nivel, y un mundo de Estados centristas. Esto es lo que James Rosenau llama una "gobernabilidad sin gobiernos..."... "mecanismos reguladores en un campo de acción que funciona efectivamente , sin que esté formando parte de una autoridad formal" (21)
En cuanto al papel del Estado surgen dos perspectivas: la multidiplomacia y la paradiplomacia. Ambas perspectivas coinciden en que las relaciones internacionales no presentan ni la exclusividad de los Estados ni una anarquía internacional absoluta. Sin embargo, se diferencian en relación a su definición del rol del Estado. Para la diplomacia multivariada, "Los Estados continuán siendo los actores principales en la política mundial, pero sus vínculos con los actores transnacionales y sub- nacionales son cada día más estrechos y complementarios" (22). Para la paradiplomacia, la proliferación de actores transnacionales y sub-nacionales significa la virtual decadencia y el desplazamiento del Estado-Nación como actor principal en las relaciones internacionales.
4. Occidente está entrando en un complejo período de reexaminación en el cual las bases del pensamiento moderno se revalúan, proliferando las visiones, paradigmas y modelos que tratan de conocer la nueva situación. El Estado centralizado y territorial, la soberanía, el nacionalismo y la idea del ciudadano se cuestionan, a la par que en el ámbito de las relaciones internacionales, el Realismo se agota con sus propias limitaciones. De esta forma, el clima intelectual que dio lugar a la Ilustración, el cual permitió que dominara una visión racional de la política, basada en la idea del progreso, la separación entre el Estado y la sociedad y en el dominio legal del poder, ha perdido su vigencia.
Así, el Realismo y su visión de la política como lucha dominó el campo de estudio y aún en nuestros días compite con otras aproximaciones, muchas de ellas revisiones del enfoque general basado en la primacía del Estado , la separación de los planos interno y externo, el interés nacional y la consideración del poder como la variable central. En este marco, ..."la Razón de Estado junto con la racionalización de la estructura estatal, llevada a cabo por el orden jurídico legal, es decir racionalmente formulado y con validez general (frente al mosaico de derechos consetudinarios) y con la organización de la burocracia estatal, en que las funciones públicas son esparcidas dentro de competencias rigurosamente fijadas por el derecho, contribuyó fuertemente a la objetivación del Estado"...(23)
El proceso de globalización ha impulsado la modificación del Realismo. De hecho, el Estado-Nación pertenece a un período reciente de la historia y en consecuencia.." la aparición de organizaciones internacionles en el nivel global y regional, la creciente importancia de las empresas multinacionales y de otros agentes no estatales, incluídos especialmentel los movimientos terroristas y revolucionarios, la expansión de los contactos transnacionales y las nociones de independencia, han creado un nuevo conjunto de dimensiones en las relaciones internacionales" (24)
Esto no significa que estamos ante la presencia de la desaparición definitiva del Estado-Nación como actor principal en las relaciones internacionales. Estamos hablando de un largo proceso que nos obliga a analizar con elementos más variados la compleja red de actores y relaciones en el mundo globalizado, algo que va más allá de los supuestos del Realismo y en general del enfoque de la racionalidad.
Nos encontramos entonces entre dos eras esencialmente transnacionales, la medieval y la que está por llegar, la post-estatal.
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NOTAS 1)En: Nevil Johnson., Los Límites de la Ciencia Política. Madrid, Tecnos, 1989.
2)Veáse: Joseph R. Rudolph, Jr; Robert J. Thompson., Política Etnoterritorial. Barcelona, Ediciones Pomares- Corridor, S.A, 1992, p.9
3)En: John Kinkaid., "Constitutent Diplomacy in Federal Polities and the Nation States: Conflit and Cooperation". En: Hans J. Michelmann and Panayotis Soldatos., Federalism and International Relations. The Role of Subnational Units. Oxford, Clarendon Press, 1990, pp. 54-76 (p. 56)
4)Sheldon Wolin., Politics and Vision.New Halen, Yale University Press, 1960. Manuel García Pelayo., La Idea de la Política. Caracas, Cuadernos de la Fundación Manuel García Pelayo., nº 1, 1993.
5)En: R.B.J Walker., Inside/Outside. International Relations as Political Theory. Cambridge University Press, 1993, p. 31
6) En: Ernst H. Kantoriwicz., The King´s Two Bodies. A Study in Mediaeval Political Theology. Princeton, Princeton University Press, 1957.
7) R. B. J Walker., Op. Cit, p.62,
8)Veáse: Reinhard Bendix., La Razón Fortificada. Ensayos sobre el Conocimiento Social. México, Fondo de Cultura Económica, 1975
9) En: Antonio Truyol y Sierra., La Sociedad Internacional. Madrid, Alianza Editorial, 1974
10)En: Wolfgang Hein., "El Fin del Estado- Nación y el Nuevo Orden Mundial. Las Instituciones Políticas en Perspectiva". Nueva Sociedad, nº 132, pp. 83-99, (p. 87)
11) Robert Nisbet., Historia de la Idea del Progreso. Barcelona, Gedisa, 1991
12) Veáse: Reinhard Bendix, Op. Cit, p. 17
13)John H. Elliott., National and Comparative History. An Inaugural Lecture Delivered Before The University of Oxford on 10 May 1991. Oxford, Clarendon Press, 1991
14) En: Wolfgang Hein., Op. Cit.
15) R. B. J Walker., Op. Cit, p. 30
16)Eric J. Hobsbawn., Nations and Nationalism. Cambridge, Canto, Cambridge University Press, 1991
17) En: Wolfgang Hein, Op. Cit, p. 88
18)Veáse: Robert Powell., "Anarchy in International Relations Theory: The Neorealist-Neoliberal Debate". En: International Organization. Vol. 48, nº 2. Spring, 1994, pp. 313-344
19)Barry Buzan., "From International System to International Society. Structural Realism and Regime Theory Meet the English School". International Organization, Vol. 47, nº 3, Summer 1993, pp. 327-352
20)En: Hans Morgenthau., La Política entre las Naciones. La Lucha por el Poder y por la Paz. Buenos Aires, GEL, 1986.
21)James Rosenau., "Governance without Government". En: James N. Rosenau, Ernst Otto Czempiel., Governance without Government: Order and Change in World Politics. Cambridge, Cambridge University Press, 1992. Veáse también: James N. Rosenau., Turbulence in World Politics. A Theory of Change And Continuity. New York, Harverter-Wheat Sheaf, 1990.
22) En: Brian Hocking., Localizing Foreign Policy. London, Mac-Millan, 1993
23) En: Manuel García Pelayo., La Razón de Estado yOtros Escritos. Antología del Pensamiento Político. Giovanni Botero. Vol. III. Estudio Preliminar. Caracas, IEP-UCV, 1962, (p.51).
24) En: James E. Dougherty y Robert L. Pfalzgraff., Teorías en Pugna en las Relaciones Internacionales. Buenos Aires, GEL, 1993, (p.12). Veáse también: Samuel P. Huntington., The Clash of Civilizations?. John Olin Institute for Strategic Studies. Working Paper nº4, January 1993. Cambridge, Harvard University, 1993.
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