En este análisis es imprescindible caracterizar correctamente a la clase obrera y el rol que ésta podrá jugar en el proceso revolucionario. Comenzaremos afirmando con total honestidad -y asumiendo la necesidad de aceptar-que el campo popular ha sufrido una profunda derrota ideológica, como uno de los productos de las dictaduras pasadas. Derrota que tiene como expresión subjetiva en importantes sectores de las masas, el descreimiento de la posibilidad de realizar cambios sociales profundos, la impotencia -manifiesta hasta hoy-en la recreación de su vanguardia política, cierta dificultad a la adquisición de nuevos conocimientos, etc... Sumado a todo esto podemos agregar el accionar dentro del campo popular, de variadas y múltiples corrientes reformistas, agentes infiltrados por los servicios de inteligencia y presencia permanente de organizaciones que responden directamente a ellos, junto con diversos sectores desahuciados, y todo tipo de alienados.
La intensificación de los procesos productivos, con su secuela de aumento del desempleo estructural y reducción de la masa salarial, como la especulación financiera, en su condición de capital que se valoriza de manera artificial, sin pasar por el proceso productivo, generar empleo ni crear nueva riqueza social, repercuten entre otros problemas en:
1. La reducción, fragmentación y polarización de la clase obrera y otros sectores formalmente asalariados.
2. La creación de nuevas categorías semiproletarias, como el subempleo y la imformalización
3. La conceptualización de la exclusión o la marginación, que ya no es solo el ejercito de reserva del que hablara Marx, sino poblaciones enteras que jamas serán incorporadas a la relación formal entre el capital y el trabajo
4. La exacerbación de otras contradicciones socio clasistas, entre ellas la de genero, raza, cultura, etc.
Producto de todo esto es que, desde hace ya tiempo circula en el activismo social la retorcida idea de que la clase obrera ya no existe, entre otros cosas porque ya prácticamente no existen industrias y, en consecuencia con esta idea, se afirmala ausencia de necesidad de conformación del partido de la clase, encontrando así una excusa perfecta para no comprometerse en su reconstrucción, ya que si esta no existe tampoco debería existir su partido. Esto, además, brinda elementos falaces pero útiles para afirmar que el sujeto social de la revolución ya no es laclase obrera, sino algún otro sector. Así, para algunos el reemplazo viene de la mano de los desocupados, sector que ha crecido de manera considerable, por todas las causas que hemos explicado anteriormente, para otros el sujeto es una amplia gama de empleados comerciales, estatales y de servicios, aliados a las pequeñas burguesías rural y urbana. Por supuesto, no estamos de acuerdo con ninguna de las dos vertientes. En el primero de los casos, porque entre los desocupados de hoy y las tecnificadas fuerzas de producción actuales, no hay conexión alguna. Aunque muchos aseguren una “memoria colectiva de clase”, lo objetivo y concreto es que no están incluidos en el sistema de producción, y que habrá que trabajar mucho y muy fuerte junto a ellos para que puedan volver a integrarse, formándolos con capacidades aptas para la producción. Habrá que generar, entonces, las condiciones políticas en las que pueda darse la reapropiación social de las fuerzas productivas más avanzadas. Y esto es así porque, para encabezar la dirección de un proceso revolucionario con chances de victoria es necesario organizar, sostener y dirigir idóneamente las fuerzas productivas. Y quienes hoy están en óptimas condiciones de comenzar a hacerlo son, principalmente, aquellos sectores productores de valor involucrados de lleno en dichos procesos. En el segundo de los casos, decimos que -en principio, metodológicamente-es muy difícil hacer una caracterización general de toda la gama de empleados, para definir con precisión a qué sector de clase corresponden. Pero decimos también que, en el mejor de los casos, los sectores mas avanzados luchan por reivindicaciones salariales y diferentes tipo de mejoras políticas, pero dentro de los marcos del sistema capitalista, mientras que la otra parte, mayoritaria, es de alguna manera conformista y muy influenciada por la ideología burguesa, por lo cual -si bien son importantes sectores que serán parte importante del proceso revolucionario-deberá existir previamente una fuerza política capaz de generar confianza, marcar el camino y ser consecuente con sus intereses de clase. Por eso pensamos que es imprescindible la participación dela clase obrera como fundamental en la dirección del proceso. La burguesía industrial (negrera y evasora), la alta burocracia estatal (taimada, sumisa a los poderosos, despótica con los humildes) y los sectores empresarios “medios altos” (contrabandistas y parasitarios) integrantes de la “Burguesía Nacional”, cuando realmente existieron como clase, con un peso especifico propio en la distribución de la renta nacional -ya que hoy son una ficción, más que una realidad-ya tuvieron su oportunidad histórica... y fracasaron. Y nosolamente abortaron, sino que fueron serviles a los planes criminales de la másrancia Oligarquía monopólica y financiera transnacional, ilusionados en recibirlas mejores migajas del banquete en el que entregaron el País. Imbéciles comoson, colaboraron con la dictadura asesina, liquidaron -junto al Estado-el históricoesfuerzo de generaciones de trabajadores argentinos, destruyeron las fuerzasproductivas y las capacidades técnicas desarrolladas en décadas, regalaron alos ladrones los recursos estratégicos soberanos de la Nación, reprimieron a losmejores intelectuales y científicos, renunciaron a nuestra Identidad Cultural, ycomo todo tesoro... se quedaron con el vómito de los déspotas.
Ahora bien, caracterizar a la nueva clase obrera nos sumerge de lleno en un análisis especifico de lo que significó la ultima revolución científico-técnica y los nuevos sistemas de producción. En el sarcófago de la historia se encuentran las viejas teorías tayloristas o fordistas de los modos de organización de la producción. En nuestros días, se traspasaron también las barreras del toyotismo y los círculos de calidad. El obrero colectivo actual nada tiene que ver con el obrero manual de los viejos sistemas de motaje en cadena o de producción en serie, de la época de Taylor, ni con la etapa de la máquina automatizada del Fordismo. El obrero de los monopolios de nuestros días, está incorporado en forma plena a los nuevos sistemas de producción, es portador de vastos conocimientos científicos y variadas habilidades técnicas, maneja todo tipo de información codificada, se actualiza continuamente y comparte decisiones en cuanto al mejoramiento de la productividad junto a instancias gerenciales, direcciones técnicas y departamentos de investigación. En la actualidad el conocimiento se ha transformado en la mercancía de mayor valor, ya que para mejorar cualquier sistema de producción o descubrir nuevos recursos, transformar materias primas o sustituirlas, reducir costos, mejorar la calidad, optimizar la producción, etc, es necesario incorporar conocimientos, revolucionando de forma continua las fuerzas productivas. Entonces podemos afirmar que, si bien en la actualidad se ha reducido numéricamente la clase obrera, se encuentra en condiciones objetivas inmejorables paradirigir políticamente un proceso capaz de poner al servicio de las más ampliasmasas todo el avance científico logrado por la humanidad y apropiado por loscapitalistas. El nuevo obrero colectivo, ya no es portador del viejo overol, sino del nuevo conocimiento. Cualquier fabrica automotriz, metalúrgica, petroquímica, naviera, espacial, cuenta con un plantel de obreros que maneja alta tecnología, maquinaria computarizada, operadores robotizados, planificaciones complejas, procesos críticos, etc. En estos nuevos planteles fueron incorporados técnicos, ingenieros e investigadores, todos afectados de manera directa a las grandes producciones, usuarios de tecnologías “blandas”, genética humana, animal y vegetal, generación energética por reactores nucleares, investigación espacial y geológica, y cualquier tipo de producción que imprescindiblemente lleva incorporado conocimientos científicos y nuevas tecnologías.
Con las nuevas relaciones capitalista de producción, tiene lugar una diferenciación en el proletariado, los obreros de las principales industrias, en tanto productores de la masa fundamental de riqueza social están llamados a desempeñar un papel decisivo en la lucha anticapitalista, pero padecen los efectos de la extensión de lo que se da en llamar la “aristocracia obrera”, la cual comparada a la gran masa de asalariados algunas veces se ve beneficiada con mejores salarios, lo cual de alguna manera, y teniendo en claro que no estamos generalizando, la aleja de los sectores más desposeídos. Esto quiere decir que el trabajo ideológico hacia este sector deberá ser más importante y decidido, por ser el sector más preparado y capacitado para manejar los nuevos modos de producción y con la conciencia predispuesta a las nuevas propuestas. Y teniendo esto bien en claro volvemos a referirnos a que para dirigir un proceso revolucionario es imprescindible contar con la clase capaz de asegurar, que estas fuerzas no solo no se estanquen sino que por el contrario se sigan desarrollando, porque es la única manera de asegurar bienestar al continuo crecimiento de la población, con esto afirmamos una ves más que estamos en la era de las producciones gigantes, no podemos hablar más de pequeñas fabricas sino de gran centros industriales, con manejo de alta tecnología,, con grandes producciones y bajos costos que en ves de ser apropiado por el capital privado serán beneficio para las grandes masas.
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