Mariano Moreno

Si los pueblos no se ilustran, si no se divulgan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede, vale, debe, nuevas iluciones sucederán a las antiguas, y será tal vez nuestra suerte cambiar de tiranos sin destruir la tiranía.
Mariano Moreno

domingo, 22 de mayo de 2011

8. La Clase Obrera en La Etapa de la Transnacionalización Capitalista

En este análisis es imprescindible caracterizar correctamente a la clase obrera y el rol que ésta podrá jugar en el proceso revolucionario. Comenzaremos afirmando con total honestidad -y asumiendo la necesidad de aceptar-que el campo popular ha sufrido una profunda derrota ideológica, como uno de los productos de las dictaduras pasadas. Derrota que tiene como expresión subjetiva en importantes sectores de las masas, el descreimiento de la posibilidad de realizar cambios sociales profundos, la impotencia -manifiesta hasta hoy-en la recreación de su vanguardia política, cierta dificultad a la adquisición de nuevos conocimientos, etc... Sumado a todo esto podemos agregar el accionar dentro del campo popular, de variadas y múltiples corrientes reformistas, agentes infiltrados por los servicios de inteligencia y presencia permanente de organizaciones que responden directamente a ellos, junto con diversos sectores desahuciados, y todo tipo de alienados.

La intensificación de los procesos productivos, con su secuela de aumento del desempleo estructural y reducción de la masa salarial, como la especulación financiera, en su condición de capital que se valoriza de manera artificial, sin pasar por el proceso productivo, generar empleo ni crear nueva riqueza social, repercuten entre otros problemas en:

1. La reducción, fragmentación y polarización de la clase obrera y otros sectores formalmente asalariados.

2. La creación de nuevas categorías semiproletarias, como el subempleo y la imformalización

3. La conceptualización de la exclusión o la marginación, que ya no es solo el ejercito de reserva del que hablara Marx, sino poblaciones enteras que jamas serán incorporadas a la relación formal entre el capital y el trabajo



4. La exacerbación de otras contradicciones socio clasistas, entre ellas la de genero, raza, cultura, etc.



Producto de todo esto es que, desde hace ya tiempo circula en el activismo social la retorcida idea de que la clase obrera ya no existe, entre otros cosas porque ya prácticamente no existen industrias y, en consecuencia con esta idea, se afirmala ausencia de necesidad de conformación del partido de la clase, encontrando así una excusa perfecta para no comprometerse en su reconstrucción, ya que si esta no existe tampoco debería existir su partido. Esto, además, brinda elementos falaces pero útiles para afirmar que el sujeto social de la revolución ya no es laclase obrera, sino algún otro sector. Así, para algunos el reemplazo viene de la mano de los desocupados, sector que ha crecido de manera considerable, por todas las causas que hemos explicado anteriormente, para otros el sujeto es una amplia gama de empleados comerciales, estatales y de servicios, aliados a las pequeñas burguesías rural y urbana. Por supuesto, no estamos de acuerdo con ninguna de las dos vertientes. En el primero de los casos, porque entre los desocupados de hoy y las tecnificadas fuerzas de producción actuales, no hay conexión alguna. Aunque muchos aseguren una “memoria colectiva de clase”, lo objetivo y concreto es que no están incluidos en el sistema de producción, y que habrá que trabajar mucho y muy fuerte junto a ellos para que puedan volver a integrarse, formándolos con capacidades aptas para la producción. Habrá que generar, entonces, las condiciones políticas en las que pueda darse la reapropiación social de las fuerzas productivas más avanzadas. Y esto es así porque, para encabezar la dirección de un proceso revolucionario con chances de victoria es necesario organizar, sostener y dirigir idóneamente las fuerzas productivas. Y quienes hoy están en óptimas condiciones de comenzar a hacerlo son, principalmente, aquellos sectores productores de valor involucrados de lleno en dichos procesos. En el segundo de los casos, decimos que -en principio, metodológicamente-es muy difícil hacer una caracterización general de toda la gama de empleados, para definir con precisión a qué sector de clase corresponden. Pero decimos también que, en el mejor de los casos, los sectores mas avanzados luchan por reivindicaciones salariales y diferentes tipo de mejoras políticas, pero dentro de los marcos del sistema capitalista, mientras que la otra parte, mayoritaria, es de alguna manera conformista y muy influenciada por la ideología burguesa, por lo cual -si bien son importantes sectores que serán parte importante del proceso revolucionario-deberá existir previamente una fuerza política capaz de generar confianza, marcar el camino y ser consecuente con sus intereses de clase. Por eso pensamos que es imprescindible la participación dela clase obrera como fundamental en la dirección del proceso. La burguesía industrial (negrera y evasora), la alta burocracia estatal (taimada, sumisa a los poderosos, despótica con los humildes) y los sectores empresarios “medios altos” (contrabandistas y parasitarios) integrantes de la “Burguesía Nacional”, cuando realmente existieron como clase, con un peso especifico propio en la distribución de la renta nacional -ya que hoy son una ficción, más que una realidad-ya tuvieron su oportunidad histórica... y fracasaron. Y nosolamente abortaron, sino que fueron serviles a los planes criminales de la másrancia Oligarquía monopólica y financiera transnacional, ilusionados en recibirlas mejores migajas del banquete en el que entregaron el País. Imbéciles comoson, colaboraron con la dictadura asesina, liquidaron -junto al Estado-el históricoesfuerzo de generaciones de trabajadores argentinos, destruyeron las fuerzasproductivas y las capacidades técnicas desarrolladas en décadas, regalaron alos ladrones los recursos estratégicos soberanos de la Nación, reprimieron a losmejores intelectuales y científicos, renunciaron a nuestra Identidad Cultural, ycomo todo tesoro... se quedaron con el vómito de los déspotas.

Ahora bien, caracterizar a la nueva clase obrera nos sumerge de lleno en un análisis especifico de lo que significó la ultima revolución científico-técnica y los nuevos sistemas de producción. En el sarcófago de la historia se encuentran las viejas teorías tayloristas o fordistas de los modos de organización de la producción. En nuestros días, se traspasaron también las barreras del toyotismo y los círculos de calidad. El obrero colectivo actual nada tiene que ver con el obrero manual de los viejos sistemas de motaje en cadena o de producción en serie, de la época de Taylor, ni con la etapa de la máquina automatizada del Fordismo. El obrero de los monopolios de nuestros días, está incorporado en forma plena a los nuevos sistemas de producción, es portador de vastos conocimientos científicos y variadas habilidades técnicas, maneja todo tipo de información codificada, se actualiza continuamente y comparte decisiones en cuanto al mejoramiento de la productividad junto a instancias gerenciales, direcciones técnicas y departamentos de investigación. En la actualidad el conocimiento se ha transformado en la mercancía de mayor valor, ya que para mejorar cualquier sistema de producción o descubrir nuevos recursos, transformar materias primas o sustituirlas, reducir costos, mejorar la calidad, optimizar la producción, etc, es necesario incorporar conocimientos, revolucionando de forma continua las fuerzas productivas. Entonces podemos afirmar que, si bien en la actualidad se ha reducido numéricamente la clase obrera, se encuentra en condiciones objetivas inmejorables paradirigir políticamente un proceso capaz de poner al servicio de las más ampliasmasas todo el avance científico logrado por la humanidad y apropiado por loscapitalistas. El nuevo obrero colectivo, ya no es portador del viejo overol, sino del nuevo conocimiento. Cualquier fabrica automotriz, metalúrgica, petroquímica, naviera, espacial, cuenta con un plantel de obreros que maneja alta tecnología, maquinaria computarizada, operadores robotizados, planificaciones complejas, procesos críticos, etc. En estos nuevos planteles fueron incorporados técnicos, ingenieros e investigadores, todos afectados de manera directa a las grandes producciones, usuarios de tecnologías “blandas”, genética humana, animal y vegetal, generación energética por reactores nucleares, investigación espacial y geológica, y cualquier tipo de producción que imprescindiblemente lleva incorporado conocimientos científicos y nuevas tecnologías.

Con las nuevas relaciones capitalista de producción, tiene lugar una diferenciación en el proletariado, los obreros de las principales industrias, en tanto productores de la masa fundamental de riqueza social están llamados a desempeñar un papel decisivo en la lucha anticapitalista, pero padecen los efectos de la extensión de lo que se da en llamar la “aristocracia obrera”, la cual comparada a la gran masa de asalariados algunas veces se ve beneficiada con mejores salarios, lo cual de alguna manera, y teniendo en claro que no estamos generalizando, la aleja de los sectores más desposeídos. Esto quiere decir que el trabajo ideológico hacia este sector deberá ser más importante y decidido, por ser el sector más preparado y capacitado para manejar los nuevos modos de producción y con la conciencia predispuesta a las nuevas propuestas. Y teniendo esto bien en claro volvemos a referirnos a que para dirigir un proceso revolucionario es imprescindible contar con la clase capaz de asegurar, que estas fuerzas no solo no se estanquen sino que por el contrario se sigan desarrollando, porque es la única manera de asegurar bienestar al continuo crecimiento de la población, con esto afirmamos una ves más que estamos en la era de las producciones gigantes, no podemos hablar más de pequeñas fabricas sino de gran centros industriales, con manejo de alta tecnología,, con grandes producciones y bajos costos que en ves de ser apropiado por el capital privado serán beneficio para las grandes masas.

sábado, 14 de mayo de 2011

7. El Estado Capitalista y su Cambio de Rol Estratégico

La concentración transnacional de la riqueza y el poder político tiende a eliminar la capacidad del estado nacional de asimilar demandas sociales. Esta tendencia objetiva, deriva de las condiciones y contradicciones del proceso de valorización del capital en la actual etapa de desarrollo del imperialismo y es complementada, legitimada y reforzada en el ámbito de la subjetividad por la doctrina neoliberal. El Estado actual, ha sufrido una cantidad de transformaciones que lo fueron adaptando a las nuevas necesidades de la actual alta burguesía transnacionalizada. Esto significa que ya no estamos en presencia del antiguo estado republicano y parlamentarista del siglo XIX, donde la clase burguesa en ascenso necesitaba de este instrumento para disputarle el poder a la monarquía y aristocracia feudal, ni tampoco estamos ante el Estado Benefactor de los ’40, cuya función era una distribución, si bien no equitativa, al menos un poco más “equilibrada” entre el capital y el trabajo. Bajo esas circunstancias, la enorme masa de plusvalía extraída a las clases proletarias era repartida entre la gran burguesía ligada al capital extranjero y las burguesías nacionales. Este proceso se registra también en Argentina, ya que la burguesía nacional -expresada en ese momento por el peronismo-era poseedora de un poder determinado por la cuota de plusvalía relativa que manejaba, accediendo a un importante porcentaje de la renta nacional. De esta manera -y con la clase obrera tras un proyecto nacional populista-era capaz de disputarle algún espacio de poder tanto a la gran burguesía importadora,

como a la oligarquía terrateniente agroexportadora. Desde mediados de los ’70, el Estado vuelve a tener una vuelta de rosca y experimenta otra transformación estructural, dejando de jugar ese papel de ente mediador entre las clases altas concentradas y la burguesía nacional y con cierta permeabilidad a las demandas sociales, y convirtiéndose en una herramienta que responde directamentea la clase más concentrada la Burguesía Financiera Monopolista transnacional, que surge como producto de la fusión de los capitales de la industria y de los bancos, ligada de forma directa a capitales monopólicos del resto de los países. El Estado pierde por completo su papel de mediador en la disputa por el poder y asume el control total de la sociedad en representación de los intereses de laoligarquía financiera transnacional, imponiendo una nueva organización de lasrelaciones sociales y económicas a través de la sangrienta política de la dictaduramilitar.

En los ’90 las fuerzas productivas son portadoras de otra revolución científico-técnica, comparable, tal vez a lo que fue la revolución industrial del siglo XVII. En este nuevo proceso se produjo por un lado una altísima concentración de capitales, a través de diversas fusiones y oscuras asociaciones, trascendiendo ahora las antiguas fronteras nacionales, y por el otro una asombrosa descentralización integrada de la producción, lo que le confiere a este nuevo capitalismo la capacidad de producir en todo el mundo y al mismo tiempo distintas partes de un mismo producto. Se va apoderando así, de una enorme masa de plusvalía -con incrementos adicionales por la diversificada localización de fuerzas de trabajo a nivel mundial-y de innumerables beneficios que les “otorgan” las derrotadas burguesías nacionales: bajar sus costos de producción, intensificar la explotación del trabajo y aumentar la ganancia relativa, entre otras cosas. Este nuevo Estado va perdiendo de forma constante su carácter de identidad nacional y comienza a convertirse en un organismo tendiente a la conformación de un gran “Estado Transnacional” que por supuesto no es ajeno a la puja ínter imperialista. Estas formas emergentes de organización de las sociedades a nivel mundial, de ningún modo puede ser vista de manera cristalizada, sino como una tendencia histórica queestá materialmente inmersa en la lucha de clases a nivel mundial, y en las propiascontradicciones que generan los distintos bloques de países capitalistas que sefueron y se irán asociando, como expresión de esta nueva estrategia imperialista. Y, si bien estos Estados no han perdido el adjetivo de “democráticos”, su principal interés objetivo nada tiene que ver con el arbitraje de nuevas disputas sociales, sino más bien con asegurar la sanción, vigencia y cumplimiento de una serie de nuevasreglamentaciones y legislaciones a escala internacional, que permitan ampliarla continua circulación de capitales y, a su paso, la apropiación del capital total de cualquier mercado capaz de absorber alguna mercancía. Para ello, al mismo tiempo tendrá que disciplinar -y seguramente, reprimir-a esa creciente y crispada masa de población sobrante, desocupados y marginados que, bajo el dominio político del CFT, ya no tendrá posibilidades de acceder, mediante un empleo digno, a ningún mercado.

lunes, 25 de abril de 2011

6. Transnacionalización Capitalista y Unidad Política Global

El proceso de transnacionalización trae aparejados sucesivos cambios políticos en la superestructura social. La actual acumulación concentrada de capitales y la centralización de su circulación necesitan estructuras políticas que se correspondan con los modos de producción actuales. Esto significa que las formas organizativas que adoptan los sistemas de producción y comercialización deben ser acompañadas, de nuevas formas políticas que dinamicen las nuevas necesidades. El afianzamiento del viejo sistema capitalista, necesitó de un determinado tipo de Estado-Nación, con sus instituciones y sus características (control de fronteras, aduanas, ejércitos nacionales, etc.), elementos indispensables para que la clase burguesa -en su fase de asenso-lograra dirigir el desarrollo de las fuerzas productivas y consolidar el avance de ese modo de producción social, para asegurarse la apropiación del capital social producido mediante la extracción de plusvalía. Ahora bien, en virtud de la singular conjunción en el presente de tres procesos histórico-sociales fundamentales:



• la continuidad del proceso de crecimiento y aglomeración de la población mundial,

• la descentralización integrada de los medios y métodos de producción y

• a concentración de la propiedad capitalista mediante control centralizado de mercados diversificados,
   el incesante desarrollo conduce a la universalización de las relaciones de producción.

De allí que, el sujeto histórico rector de la sociedad burguesa -el capital-traspasa en forma, velocidad y magnitud, el tipo de industria pre-monopolista, la cual necesitaba de un espacio político “nacional” que se correspondiera con el también nacional espacio de rotación del capital, dentro del cual el Estado-Nación estaba llamado a mantener la dominación de clase que garantizara las condiciones para su continua valorización. Antes de terminar el siglo XIX una nueva revolución en las fuerzas productivas (basada en la electricidad que sustituye al vapor) da origen al monopolio. Esta nueva categoría dentro de las unidades económicas -capaz de negar la libre concurrencia-es estudiada por Engels. Luego con el advenimiento de la primera guerra mundial, Lenin avanza en el estudio y comprensión de las nuevas transformaciones que estaba sufriendo el monopolio y la recomposición de la clase burguesa que, aunque hegemonizaba el desarrollo de los monopolios, también había sido sometida a cambios. Un sector minoritario de esa burguesía comprendió que, para que determinados monopolios pudieran desarrollarse más y acumular más poder, necesitaba fundirse a la maquinaria política del Estado, ya que esta herramienta le permitiría acrecentar más su capital, por poder tener acceso a determinadas instituciones, logrando aceitar más y mejores mecanismos de regulación social y control económico, incorporando grandes masas de población como potenciales “clientes” o “consumidores”, que le asegurarían suculentas ganancias. Esta etapa se denominó Capitalismo Monopolista de Estado, alcanzada la cual ya no era toda la burguesía, sino solamente una élite la que sustentaba elpoder político del Estado, pero aun dentro de las fronteras nacionales. O sea que la rotación del capital se sucedía o completaba dentro de los limites nacionales -aun teniendo en cuenta los incipientes procesos de intercambio de comercio internacional-. De esta manera llegamos al final del siglo XX, sobre todo los ’80 y ’90, donde la tercera revolución científico-tecnológica, hizo posible que esos monopolio nacionales, que se habían fundido a la maquinaria del estado, se transformaran en un conglomerado monopólico transnacional, y que los diferentes ciclos nacionales de rotación del capital se transformaran en un ciclo único transnacional, en el cual el monopolio es capaz de anular la libre concurrencia y ejercer su dominación económica a escala universal. “La consecuencia obligada del proceso de concentración transnacional de la producción y la propiedad es el asenso del sistema capitalista a un peldaño superior de centralización política, que rebasa las fronteras del Estado-Nación. Con otras palabras, el monopolio transnacional necesita colocar al mundo bajo un solo gobierno, una sola ley, un solo interés, en este caso un interés imperialista transnacional. Surge así el capitalismo monopolista transnacional”. Lenin estimaba que el proceso de absorción de todas las empresas sin excepción y de todos los estados nacionales sin excepción, seria interrumpido por el estallido de las contradicciones imperialistas: “No cabe duda de que la tendencia del desarrollo es hacia un trust único mundial, que absorberá todas las empresas sin excepción y todos los Estados sin excepción. Pero ese desarrollo se opera en tales circunstancias, con tal ritmo, en medio de tales contradicciones conflictos y conmociones -no solo económicas, sino también políticos, nacionales, etc.-que sin duda alguna antes de que se llegue a un trust mundial único, a una asociación mundial ultraimperialista de los capitales financieros, inevitablemente estallará y el capitalismo se transformará en su contrario”. El concepto de capitalismo monopolista transnacional no presupone que este haya roto toda articulación con el Estado capitalista. Mas bien, la creciente integración subalterna de los Estados por los monopolios transnacionales -en el presente-se convierte en el núcleo fundamental de la concentración transnacional de la propiedad, la producción y el poder político, que constituye el signo distintivo del imperialismo contemporáneo. La función de este núcleo de poder político transnacional -Imperialismo-es imponer normas y mecanismos que garanticen la reproducción ampliada del capital en cualquier punto del planeta, tanto mediante la acción directa de los monopolios y los estados capitalistas con que estos se encuentran fundidos, como a través de los organismos supranacionales a su servicio, como el F.M.I., el B.I.D. y el Banco Mundial.

La concentración transnacional de poder político en manos de los principales centros imperialistas, en especial los de origen norteamericano, tiene como contrapartida la desnacionalización del poder político en los estados capitalistas más débiles, y más aún en los estados capitalistas subdesarrollados. Este proceso se caracteriza por la degradación, descomposición y disolución de los estados y sus instituciones, la atrofia de sus funciones nacionales y la asunción de funciones transnacionales subordinadas. Los diferentes estados, con sus distintos grados de poder, van disminuyendo sus características de organismos soberanos nacionales, y lentamente comienzan a adquirir los códigos y patrones que le impone la voraz maquinariatransnacional, convirtiéndose progresivamente en un apéndice de su organismo.